
El objetivo de este artículo es dar a conocer la figura del psicólogo del deporte a aquellas personas que no están dentro de este “mundillo” y aportarles una visión más amplia de lo que se puede trabajar, promoviendo los aspectos positivos que se logran mejorar y alejando la concepción de que sólo estamos para tratar y resolver problemas negativos de la vida.
El deporte es una de las actividades que cada vez está más integrada en nuestras vidas. Es una forma de descargar toda la tensión acumulada a lo largo del día y donde se pueden cometer fallos sin tener mayores repercusiones de las que tendríamos en caso de cometerlos en la vida real. El deporte es una analogía de la vida pero convertido en juego. Practicar un deporte es algo más que aprender unas sencillas reglas de juego: es una de las mejores actividades para desarrollar valores sociales de forma lúdica. Y todos sabemos que no hay mejor forma de aprender que jugando.
En este escenario no sólo entran en juego aspectos físicos, sino también numerosos factores psicológicos. Nos empeñamos en separar cuerpo y mente, como si fueran entidades independientes cuando, en realidad, cuerpo y mente son sólo uno.
He aquí el papel del psicólogo del deporte, un profesional encargado de estudiar los procesos psíquicos y las conductas de las personas en el ámbito deportivo. A través de estudios rigurosos, se analizan tanto deportistas de base como profesionales de todas las edades, encontrando los procesos que hacen que los deportistas desemboquen en determinadas consecuencias, desarrollando estrategias para ayudar a optimizar el rendimiento y reconduciendo hacia una mayor satisfacción de la práctica deportiva.
Al igual que el entrenador instruye en aspectos técnicos, tácticos y físicos, los psicólogos del deporte entrenamos aspectos mentales. Somos entrenadores mentales. ¿Cuáles creéis que fueron las razones por las que Raúl falló el penalti contra Francia en la Eurocopa del 2000? ¿O el llamativo palo de Juanfran en la final de Champions contra el Madrid? ¿Acaso creéis que no tenían las capacidades físicas y técnicas suficientes para colar esos penaltis o, por el contrario, lo que les falló fue su mente (donde pudieron influir numerosos factores psicológicos)?
Como podéis comprobar con estos ejemplos, un mal entrenamiento mental puede hacer que horas y horas de entrenamiento y esfuerzo físico se vayan al garete en unos instantes. Y con esto, no sólo me enfoco en jugadores profesionales, ya que nos encontramos en una sociedad que cada vez da más importancia a las competiciones desde edades más tempranas, donde “mi hijo” tiene que ser el mejor cuanto antes, o donde consideramos que una mala actuación deportiva puede poner en riesgo nuestra reputación… He aquí la importancia cada vez mayor de integrar la figura del psicólogo del deporte en entidades deportivas y de que sea considerado como una figura más del cuerpo técnico, a través de un trabajo interdisciplinar entre entrenador, preparador físico, fisioterapeuta, nutricionista, utilero, etc.
La intervención psicológica puede llevarse a cabo directamente con los deportistas, o bien indirectamente a través de los entrenadores, donde son éstos los que reciben pautas del psicólogo para que las integren en sus entrenamientos.
¿Qué se puede trabajar con un psicólogo del deporte? A continuación expondré algunos ejemplos relevantes para que os familiaricéis con nuestro trabajo.
- CONFIANZA EN UNO MISMO
Los mensajes que nos damos a nosotros mismos influyen considerablemente en nuestro rendimiento. Un pensamiento negativo puede ser nuestro peor enemigo, ya que cuando uno espera que algo salga mal, está poniendo mucho de su parte para que salga realmente mal, llevándonos así a lo que denominamos “profecía autocumplida”.
La explicación está en este sencillo ejemplo:
“No pienses en la torre Eiffel”
¿En qué has pensado? ¿Por qué? Te dije que NO pensaras en ella.
¿Acaso crees que Messi o CR7 antes de tirar un penalti piensan que no lo van a colar?
Una mala actuación normalmente nos lleva a crear pensamientos que hacen que cuestionemos nuestra validez (“qué malo soy”) y nos desconcentran del juego presente, recurriendo a pensamientos estancados en el pasado (“qué mal lo hice”) o en el futuro (“la próxima vez no lo tengo que fallar”). Por tanto, nuestros sentimientos de confianza irán decayendo poco a poco sin que nos demos cuenta.
Una forma muy eficiente de controlar nuestros pensamientos negativos y de mantener una elevada confianza en nuestros actos es a través del establecimiento de rutinas mentales.
Un ejemplo de éstas es lo que a los ojos de muchos puede parecer “prepotencia” por parte de CR7 cada vez que lanza un penalti. Pero en realidad es una rutina mental.
Si mantienes ocupada tu mente pensando que tienes que dar 5 pasos para detrás, abrir las piernas en paralelo y respirar una vez antes de lanzar, no estarás pensando en la presión que supone colar ese penalti, en un “no puedo fallarlo” o, como afirman numerosos tenistas cuando van a realizar un saque “tengo que sacar la basura”.
Aunque parezca mentira, hasta el mayor profesional y mejor pagado se le entrometen pensamientos cotidianos en los momentos más inoportunos, como tareas del hogar o cuestiones familiares que disturban su eficacia en el juego. Asimismo, podéis recordar a Rafa Nadal o cualquier otro tenista invirtiendo “media hora” en realizar rutinas antes de cada saque.
- MOTIVACIÓN
La motivación suele ir enfocada a conseguir recompensas externas y tangibles (ganar una competición, dinero o reconocimiento social), pero no es aconsejable que la motivación dependa única y exclusivamente de factores externos, porque los fracasos forman parte del día a día en el deporte y a veces no son controlables por nosotros. Por ejemplo, no podemos controlar la decisión de un árbitro o la buena actuación de un contrincante. Por ello, lo ideal es orientarnos hacia una motivación interna y controlable, donde el objetivo prioritario sea disfrutar practicando ese deporte y aumentar nuestros sentimientos de competencia. Y si hay que competir con alguien, que sea con nosotros mismos.
En una entrevista a Michael Jordan le preguntaron por qué creía que era el mejor jugador de la NBA. A lo cual contestó que, mientras otros se centran en competir contra él y superarle, él se centraba en competir consigo mismo y mejorar sus propias condiciones día tras día, con la ventaja de que él se conocía a sí mismo.
Lo ideal sería levantarte cada mañana e ir a trabajar por el simple hecho de disfrutar haciendo ese trabajo (motivación interna), no única y exclusivamente por ganar dinero (motivación externa). Obviamente una combinación de ambas sería lo ideal por norma general.
Por tanto, para controlar y mantener una elevada motivación, un método eficaz es el establecimiento de objetivos que sean difíciles pero alcanzables, realistas y medibles, a corto y largo plazo, orientados a la consecución de pequeños avances o pasos, para lograr el dominio de una determinada habilidad. Nunca orientados al resultado (“colar 2 goles”), porque aunque estos resultados son atractivos es más importante definir cómo vamos a actuar para conseguirlos. Los objetivos o metas han de ser formulados en positivo (“tengo que…”) y nunca en negativo (“no tengo…” o “no puedo hacer…”).
- MANEJO DEL ESTRÉS
Un cierto grado de estrés o activación es necesario para todo tipo de deporte, pero si es excesivo o demasiado bajo, el desempeño no será el adecuado afectando negativamente a la ejecución deportiva. El punto óptimo de cada persona es diferente, por ello, cada uno ha de indagar para saber cuál es el suyo y descubrir el modo conseguirlo. El nivel de activación necesario depende también del deporte que se practique o de la situación, como podemos ver en el gráfico que se muestra a continuación:
Cuando uno está demasiado activado, técnicas como la relajación o el control de la respiración pueden ser muy eficaces para reducirlo.
Un ejemplo muy sencillo para descender tu activación mediante respiración es el siguiente: inhalar aire hasta contar cuatro, mantener el aliento otros cuatro segundos, expulsar aire contando hasta cuatro y mantener relajado hasta contar de nuevo cuatro. Y repetirlo varias veces.
En el otro extremo, puede ocurrir que el nivel de activación sea demasiado bajo, lo que tampoco sería recomendable para el rendimiento. En este caso, debéis activaros tanto física (realizando movimientos energéticos o aumentando el ritmo respiratorio) como psicológicamente (pensando en un éxito del pasado y como os sentisteis, o bien en algo que os enfade).
Otros aspectos que se pueden trabajar con un psicólogo del deporte son:
- Atención y concentración.
- Estrategias de afrontamiento.
- Manejo de la presión.
- Liderazgo.
- Mejora de la comunicación.
- Cohesión de grupo.
- Autocontrol.
- Manejo de las emociones.
- Escuela de padres.
- Autoconocimiento y autoestima.
- Prevención y recuperación de lesiones.
- Detección situaciones de riesgo.
Me extendería demasiado si tratara de explicar todas y cada una de ellas. Mi intención en este artículo ha sido proporcionar una visión más amplia de lo que es y hace un psicólogo del deporte, cómo y con quién podemos trabajar.